Entre el 19 y el 25 de febrero, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), ha realizado una encuesta a 3.083 españoles, sobre la salud mental durante la pandemia de la COVID-19. Una especie de informe del estado de ánimo de los españoles.
Presenta información sobre la salud mental, sobre la esperanza y el estado de ánimo de los ciudadanos después de un año de pandemia, aportando datos cuantitativos con los que fácilmente podemos llegar a una conclusión general: la pandemia ha empeorado nuestra salud mental. El aislamiento social, la inseguridad laboral, la crisis económica, el peligro de contagio, el miedo a la muerte de algún familiar, ser querido o a la propia muerte y los centenares de fallecidos como “normalidad” cotidiana, tienen la culpa.
Los españoles hemos reaccionado a la tensión generada por los factores antes citados llorando más de lo acostumbrado, durmiendo peor, fatigándonos sin razón aparente y tomando más del doble de psicofármacos que antes de la pandemia: ansiolíticos, antidepresivos e inductores del sueño.
El estrés, la ansiedad y los episodios depresivos se han instaurado entre nosotros. En los menores de 18 años (especialmente en los estudiantes de bachillerato), debido al estrés académico y a la limitación de las interacciones por las restricciones. En los mayores de 65 por el aislamiento social, que no se ha podido paliar con el uso de nuevas tecnologías ya que no tienen tanta facilidad para su manejo como en otros intervalos de edad; (M. Pamias, psiquiatra Infanto-Juvenil del hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell).
Los resúmenes y conclusiones estadísticas que documentan distintas realidades de la vida nacional son frecuentes. En la mayoría de los casos generan debates públicos de bajo perfil, sin ninguna repercusión fuerte a nivel institucional, político o social.
Ejemplo paradigmático de este tipo de dinámicas son los diversos informes, encuestas, estudios, planes, … relacionados con la salud mental y las personas con sufrimiento psíquico y sus familias. ¿Generan un debate nacional en profundidad? ¿Tienen la fuerza para hacer de la salud mental una prioridad nacional? ¿Lo colocan en la agenda institucional o política nacional y autonómica?
¿Cuándo ha debatido el Parlamento Español sobre salud mental de manera estratégica, no en comisión de sanidad, o a través de PNL? Nunca.
Pasarán los efectos de la pandemia, nos olvidaremos de la “fatiga psicológica”, recuperaremos nuestro bienestar emocional y nuestra operatividad psicosocial… pero no todos.
Las personas con discapacidades psicosociales asociadas a problemas de salud mental, continuarán padeciendo los efectos de un estilo de vida muy similar al de la pandemia:
- Mantendrán el aislamiento social por la insuficiencia de los recursos comunitarios de calidad.
- Abandonarán los ciclos educativos reglados por falta de profesionales psicopedagógicos formados en salud mental.
- Continuarán sin acceso al trabajo por la carencia de programas de rehabilitación laboral eficaces.
- La medicalización será el tratamiento prioritario de los profesionales sanitarios sobrepasados por el exceso de trabajo.
- El estigma social impedirá una comunicación y una relación inclusiva con su entorno social.
- Algunos morirán, apagando su propia pantalla cuando el sufrimiento les impide seguir en el juego.
- Las familias seguirán soportando el grueso de la atención y supervisión cotidiana de su familiar, acumulando de manera crónica fatiga física, económica y emocional, por la ausencia de dispositivos de apoyo familiar.
De vez en cuando, a lo largo del año, los medios de comunicación, las administraciones públicas o las asociaciones del sector, con motivo de un Día Internacional, de algún logro puntual, o de un suceso luctuoso, nos volverán a recordar una vez más que no existe salud sin salud mental, que la salud mental es más que la ausencia de trastorno mental.
También nos ofrecerán datos que dibujan una realidad que debería convertirse en una prioridad nacional:
· 1 de cada 4 personas padeceremos alguna enfermedad mental a lo largo de nuestra vida (OMS).
· Los “trastornos mentales y de comportamiento”, son la cuarta causa de muerte en España (INE, 2018).
· Entorno a un 20% de las consultas de Atención Primaria, están relacionadas con problemas de salud Mental.
· Todos los días se suicidan una media de 10 españoles (dejamos a parte los intentos fallidos y sus secuelas).
Información que sonará como música de fondo para las personas con sufrimiento psíquico, para los españoles con discapacidades psicosociales intensas y duraderas, así como para sus familias. Todos ellos, seguirán pedaleando en una “pandemia invisible” de rutina, desgaste, impotencia y estigma, intentando cruzar “El Niágara en bicicleta”.
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